Tras el suceso que le dejó la pierna derecha paralizada, Katarina sustituyó su activo estilo de vida, su trabajo y sus obligaciones maternales por una silla de ruedas.

Como cualquier madre, Katarina luchaba a diario por superar su dependencia de las personas que la rodeaban y su incapacidad para andar con la ayuda de la neurorehabilitación robótica. Tras tres meses de rehabilitación, paso a paso, Katarina pudo dar sus primeros pasos y, con el tiempo, mejorar su marcha independiente. Hoy Katarina camina sola por su Neretva, cumpliendo con sus deberes maternales y cotidianos.

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